El cordero es un producto que está fuertemente asociado a momentos de celebración y capricho: una barbacoa entre amigos con unas chuletitas de cordero, una comida navideña familiar compartiendo un cordero asado y mucho más. El gran tamaño de las piezas tradicionales y nobles, el costillar, la pierna y la paletilla) junto con su elevado coste hace que solo nos planteemos consumir carne de cordero en ocasiones especiales.
Sin embargo la carne de cordero y lechal debería ser un placer a incluir en nuestra dieta habitual y no relegar su consumo a un puñado de veces al año. Según la Organización Interprofesional de Agroalimentaria del Ovino y el Caprino, Interovic, un 40% de sus clientes compraría más carne de cordero y lechal si pudiera encontrarla en cortes más pequeños para poder incorporarla a su día a día, así que ha creado ocho nuevos cortes.
- El churrasco y el churrasquito, que se obtienen de la falda.
- El collar y el filete de carrillón, que se obtienen del cuello.
- El filete de pierna, el tournedó y el medallón, que se obtienen de la pierna.
- La carne picada, que se obtiene de los recortes.
Con esta última he preparado estas albóndigas de cordero con salsa de zanahoria, pero igual la podría haber usado para hacer unas hamburguesas o unas brochetas. Sin embargo ocasiones futuras habrá, de eso estoy segura, porque la carne de cordero y lechal gusta mucho a los carnívoros de casa, por su sabor y jugosidad, y a la cocinera por su versatilidad y facilidad de cocinado.
- 250 g de carne picada de cordero
- ½ huevo M
- 1 rebanada de pan de molde
- 5 g de curry molido (1 cucharadita)
- 20 g de harina de trigo
- 100 g de cebolla
- 100 g de zanahoria
- 200-300 g de caldo de verduras
- Maicena instantánea (opcional)
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Pimienta negra molida
- Nueces picadas para decorar (opcional)
- En un recipiente hondo mezclamos el medio huevo con la rebanada de pan de molde. Aplastamos con un tenedor hasta obtener una papilla homogénea. Añadimos el curry y la carne picada de cordero. Salpimentamos y dejamos reposar en la nevera durante 30 minutos para que los sabores se mezclen bien y se asienten.
- Mientras tanto preparamos la salsa. Pelamos y picamos la cebolla finamente. Pelamos la zanahoria y la cortamos en dados. Calentamos un poco de aceite de oliva virgen extra en una cazuela y pochamos la cebolla a fuego suave durante diez minutos. Añadimos la zanahoria y cocemos diez minutos más. Regamos con el caldo de verduras (reservando unos 50 g para ajustar el espesor al final) y dejamos cocer durante veinte minutos.
- Trituramos la salsa y la pasamos por un chino para que nos quede bien fina (si nos gustan los tropezones, nos podemos saltar este paso). Devolvemos la salsa a la cazuela, salpimentamos al gusto y ajustamos el punto de espesor añadiendo el caldo que tenemos reservamos o, si nos ha quedado muy líquida, usando un poco de maicena instantánea.
- Transcurrido el tiempo de reposo de la carne, tomamos pequeñas porciones y las boleamos. Las rebozamos en harina, sacudimos el exceso las freímos en abundante aceite sin pasarnos de tiempo (no queremos cocinarlas por dentro, solo sellar el exterior). Las retiramos y escurrimos sobre papel absorbente. Incorporamos a la cazuela con la salsa y dejamos cocer durante cinco minutos antes de servir.
*Post patrocinado. Esta receta forma parte de la iniciativa «Vuelve a disfrutar de la carne de cordero» que están llevando a cabo las entidades que aparecen a continuación.
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