Recuerdo perfectamente el día que probé por primera vez el chocolate Valor. Fue amor a primera vista y culpable de ello una taza de humeante chocolate que me sirvió mi madre una tarde como merienda.
En casa de mis padres siempre se compraba una marca concreta a la que mi madre, encargada de hacer la compra cada semana, le era fiel al 100%. No se qué razón hubo para que un buen día decidiera echar al carro de la compra una tableta de chocolate Valor a la taza, una tableta de esas gruesas de onzas cuadradas y gordotas. Sabéis de cual os hablo ¿verdad? Uf, esa tableta, si. Ella fue la responsable de que yo cayera en sus redes y decidiera que «mi chocolate» sería siempre el chocolate Valor.
Como no podía ser de otra manera, después de lo que os he contado, el verano pasado, aprovechando nuestras vacaciones en un pueblo de la costa alicantina cercano a Villajoyosa, fui a visitar el Museo del chocolate y la fábrica de chocolates Valor junto con mi guiri-marido y dos hijos. La visita fue estupenda, completa y educativa. Aprendimos sobre los orígenes e historia del cacao, los procesos de producción, la empresa en sí, etc. Para rematar la visita nos invitaron a degustar sus chocolates de una manera exageradamente generosa…aunque seguro que mis hijos no lo calificarían como tal porque ellos se pusieron morados y habrían comido más de no haberles parado los pies.
De la fábrica me fui con el convencimiento de que esta empresa tiene una filosofía de marketing estupenda centrada, entre otras cosas, en el cuidado y mimo del consumidor, ya sea cliente o no. El personal que nos acompañó durante la visita, atento y profundo conocedor de la materia, demostró unas dotes de profesionalidad tremendas.
Hace unas semanas, el buen concepto que siempre he tenido de la marca Valor se consolidó aún más si cabe al recibir de su parte una caja de productos sin azúcar que me hicieron llegar simplemente para que los probara y disfrutara de ellos. «Esperamos que te gusten un montón» es lo que escribieron en uno de los correos que intercambiamos.
Y así ha sido. Me han gustado un montón, tanto los chocolates sin azúcar como la actitud de la empresa. Un gesto que resulta gratamente sorprendente ya que vivimos en un mundo y un tiempo en el que ya nadie da nada sin esperar nada a cambio. Concretamente en este mundo bloguero en que no movemos, son tantas las empresas que te ofrecen producto a cambio de artículos, banners, enlaces, fotos de sus productos, etc que resulta chocante encontrarse con el enfoque de Valor. Sobre todo porque la mayoría de ellas piden mucho y ofrecen bien poco. Pero ese es otro tema que bien merecería una entrada propia de modo que ahí lo voy a dejar.
Para la elaboración de esta maravilla me he inspirado en la receta de nombre «mousse de chocolate al horno» del libro «Pasteles, pastas, galletas, merengues, tartas, panes dulces y salados» de Caroline Bretherton de Editorial Blume. He cambiado bastantes cosas de modo que no voy a poneros la receta original sino mi versión.
¡Allá va!
Necesitamos
- 125 grs de mantequilla, en dados
- 125 grs de chocolate negro 70% sin azúcar Valor
- 75 grs de chocolate puro sin azúcar Valor
- 125 grs de azúcar moreno
- 5 claras de huevo
- Una pizca de sal
- 1 naranja, su ralladura
- 1 cucharadita de esencia de naranja
Para decorar y acompañar
- Cacao puro en polvo sin azúcar Valor
- Azúcar glas
- Crema agria o crème fraîche
Preparación
Pre-calentamos el horno a 175 ºC (arriba y abajo, horno tradicional).
Colocamos la mantequilla y el chocolate en un cuenco y lo calentamos en el microondas a golpes de 30 segundos hasta que se haya fundido el chocolate y obtengamos una crema lisa y brillante. Agregamos el azúcar, la ralladura y esencia de naranja y removemos.
En un recipiente limpio de grasas y seco, colocamos las claras junto con la sal y batimos a punto de nieve.
Incorporamos las claras a la mezcla del chocolate en tandas: una cucharada y removemos de abajo hacia arriba hasta incorporar; otra cucharada y removemos de igual manera hasta incorporar…así hasta terminar con las claras. Es importante y esencial dedicar tiempo a este proceso y hacerlo con suavidad para que las claras no se bajen y pierdan el aire que hemos incorporado al batirlas.
Vertemos la mezcla en un molde para horno anti-adherente y de base desmoldable (yo usé un molde para tartatelas de 25 cms de diámetro). Alisamos la superficie.
Horneamos durante 30 minutos (esto dependerá de cada horno y del punto de cocción que le queramos dar). En la foto de la izquierda se aprecia la textura con la que a mi me quedó, me hubiera gustado menos hecho por lo que la próxima vez reduciré el tiempo de horneado.
Una vez listo, pasamos a una rejilla metálica para su enfriado. Espolvoreamos con cacao puro en polvo y azúcar glas.
Servimos con una cucharadita de crema agria, crème fraîche, yogur griego, salsa de chocolate o lo que más nos apetezca y ¡a disfrutar!
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