Llega abril y aquí está el día de publicación del III Reto «Tú el café, yo las pastas« que este mes gira en torno a las recetas retro. Esas recetas que nos han acompañado durante nuestra infancia y que hoy en día han caído en el olvido, que ya no se nos ocurre hacer o que, en muchas ocasiones, no recordamos siquiera. Esas recetas que las modas nos han hecho dejar de lado pero que han llenado de significado muchos momentos de nuestras vidas.
Cuando Marina (Blaukitchen) y yo nos planteamos este reto hace ya casi un mes, me entusiasmó la idea y pensaba que iba a ser cosa fácil.
Como receta retro me venía a la cabeza el clásico «apple pie» americano. Ese que van cubierto de masa y lleva la manzana de relleno. Es un dulce que me transporta a la infancia porque lo asocio a los dibujos animados en los que en tantas ocasiones se veía el «apple pie» reposando en el poyete de una ventada mientras se templaba.
Tenía incluso pensado el look que quería darle a la entrada en sí, a las fotos, etc. Pero no llegaba a estar convencida del todo. Pensaba que el «apple pie» por muy retro que pudiera ser no era una receta de las mías. No estaba ligada a mí ni a mis tradiciones así que descarté la idea y me puse a buscar en el baúl de la memoria y…tachan…allí me esperaba el dulce que os traigo hoy: pastel de nieve.
Este dulce encarna la más pura esencia de mi familia o, concretando más, de mi abuela materna. Cuántos recuerdos encierra y cómo me ha transportado a la infancia su preparación y, especialmente, su degustación.
Mi abuela lo bordaba. Nos encantaba que lo preparara para nosotros. Me llenaba de orgullo contar a mis amigos lo maravilloso, lo diferente que era este dulce. No lo he comido en ningún otro lugar ni tampoco lo he comido desde que mi abuela nos dejó. Nadie en la familia se quedó con la receta y nadie se ha animado a intentar dar con ella (hasta ahora).
Mi abuela nos dejó joven y mis recuerdos de ella, aunque profundos, son muy limitados. Yo tenía 16 años cuando el destino quiso llevársela de manera instantánea y sin avisar. Era una mujer entrañable que adoraba a sus nietos. Eso si lo recuerdo.
También recuerdo que, cada domingo, mis abuelos venían a casa a pasar un rato con la familia. Sus visitas solían acompañarse de bandejas de bollería (sus preferidos…los bollos suizos) o de cajas de pastas de té que caían, al completo, durante la merienda Mis hermanas, mi hermano y yo nos volvíamos locos de la alegría con aquellos detalles. Las tardes de domingo eran especiales.
Como especial es este pastel de nieve que, en dos ocasiones anteriores he intentado hacer sin éxito alguno. Y es que intentar hacer un plato sin receta, a ciegas, no es tan fácil como en un principio pueda parecer.
Pero, como dice el refrán «a la tercera va la vencida», la inspiración me ha acompañado en esta ocasión y he conseguido prepararlo tal cual lo recordaba. Estoy segura que mi abuela me daría su aprobación.
La receta, que ya he guardado a buen recaudo para que esto no vuelva a ocurrir, la comparto con vosotros. Espero os guste 🙂
Necesitamos
Para el caramelo
- 125 grs de azúcar moreno
- 1/2 cucharadita de zumo de limón (opcional)
- 2 cucharadas de agua
Para el pastel de nieve
- 4 claras de huevo a temperatura ambiente
- Un pellizco de sal
- 1 cucharadita de harina de maíz
- 1 cucharadita de levadura química (tipo Royal)
- 6 cucharadas rasas de azúcar blanquilla
Para la natilla
- 1/2 litro de leche
- 4 yemas de huevo
- 4 cucharadas rasas de azúcar
- 1 cucharada de harina de maíz
Además
- Una flanera de unos 13 cms de diámetro de base, 17 cms de diámetro de borde superior y 10 cms de alto.
Preparación
Comenzamos preparando el caramelo. Para ello ponemos al fuego una cacerolita con el azúcar, el agua y el zumo de limón (si optamos por usarlo). Removemos a fuego suave hasta que el azúcar se haya disuelto y adquiera el color característico del caramelo.
Retiramos del fuego y volcamos en la flanera, rotándola para que cubra tanto la base como los laterales.
Pre-calentamos el horno a 160 ºC (arriba y abajo, tradicional).
Las claras aumentarán en volumen y la superficie se dorará ligeramente. Cuando el tiempo de horneado haya terminado, apagamos el calor y dejamos la flanera dentro del horno 30 minutos más.
Retiramos del horno y dejamos enfriar completamente el pastel (perderá volumen y se desinflará ligeramente, esto es perfectamente normal) antes de desmoldar.
Mientras el pastel de nieve está en el horno preparamos la natilla.
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