A principios de enero publicaba Yolanda, en Cocido de sopa, su receta del bacalao a la vizcaína.
Mmmmm, deliciosa.
Su entrada me arrancó la sonrisa y es que llevaba unos días queriendo preparar la versión de mi familia de esta receta y publicarla. “Estamos sintonizadas” – pensé y le dejé un comentario al respecto avisando de que, en breve, publicaría mi versión.
Ese “en breve” se ha convertido en once semanas. Los cálculos de tiempo no son lo mío aunque, como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Y yo creo que la es y espero que coincidáis conmigo en ello.
El bacalao a la vizcaína es uno de mis platos favoritos.
Cuando vivía en casa de mis padres y tenía la suerte de poder escoger menú (cosa que ocurría dos veces al año: por mi santo y por mi cumpleaños), siempre le pedía a mi madre que lo preparara.
Sin embargo no siempre ha sido así. De pequeña no me gustaba nada. Bueno, lo cierto es que de pequeña no me gustaba el pescado. Punto. Menos aún el bacalao.
Con el tiempo y la edad mis gustos fueron cambiando y un día descubrí, con asombro, lo mucho que disfrutaba de esta mezcla de ingredientes y sabores. Y, desde entonces, pasó a ocupar un lugar muy alto en mi lista de favoritos.
Esta es la versión del bacalao a la vizcaína que se prepara en mi familia. Poco ortodoxa, lo se. Puede que, incluso, escandalice a los más puristas y que no lo consideren siquiera digno del nombre. Pero da igual. El nombre es lo de menos. Se llame “equis”, “i griega” o “zeta”, el caso es que es un bocado delicioso.
Necesitamos (para 6 personas)
- 400 grs de tiras o migas de bacalao desalado
- Pimientos rojos asados (receta aquí)
- Salsa casera de tomate
- 4 cebollas peladas y cortadas en juliana
- Aceite de oliva suave
Preparación
Desalado del bacalao
Si vamos a cocinar este plato para comer, debemos de comenzar el proceso de desalado del bacalao la mañana del día anterior. Para ello lavamos el bacalao bajo un chorrito de agua fresca y lo sumergimos en un recipiente con suficiente agua para que las tiras queden holgadas. Cambiamos el agua dos veces: la primera a las 12 horas y la segunda a las 24 horas.
Mantenemos el recipiente en la nevera, a temperatura baja constante, durante todo el tiempo de desalado proceso para evitar que el bacalao fermente.
Si queremos que el bacalao nos quede blanco y jugoso lo remojamos en leche durante un par de horas antes de cocinarlo. Yo me salté este paso pero recomiendo que lo hagáis porque la diferencia se nota, y mucho.
Escurrimos el bacalao y lo secamos bien con papel de cocina.
Preparación del resto de ingredientes y montaje del plato
Calentamos un par de cucharadas de aceite en una sartén de base amplia. Añadimos las cebollas y removemos. Tapamos y dejamos pochar lentamente hasta que estén transparentes (aprox. 30 minutos).
Cubrimos la base de una fuente de horno con la mitad de la cebolla, sobre esta la mitad del bacalao, luego la mitad del pimiento y, por último, la mitad de la salsa de tomate. Repetimos la operación con el resto.
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