Hoy no traigo croquetas. Me doy un descanso y a vosotros también. Este fin de semana tengo pensado experimentar con nuevos rellenos e ingredientes así que traeré sabrosas recetas de croquetas en breve.
Esta es una receta que preparé el martes y que hoy toca publicar. El martes fue el cumpleaños de mi hija, cumplió 10 años. No lo pudimos celebrar juntas porque está de campamento. Es la primera vez que se va de casa a pasar dos semanas y la echo enorrrrrmemente de menos. Especialmente cuando una fecha tan señalada cae en el período de separación.
En fin, como no me resistía a no homenajear a mi «princesa» (con o sin ella), invité a dos de sus amigas a casa a merendar. Junto con mi hijo (que me sirve de consuelo), y entre los cuatro, hicimos cupcakes, le escribimos cartas y nos pusimos morados a tortitas de plátano con salsa amarga de chocolate (que no veréis en ninguna foto porque no duró lo suficiente como para poder fotografiarla sobre las tortitas).
Estas tortitas, como muchas de las recetas que salen de mi cocina, fueron fruto de la necesidad de aprovechar unos plátanos que se habían quedado demasiado blandos. Sin embargo, tenían la textura perfecta para triturarlos e incorporarlos a la masa de tortitas.
Con estas cantidades me salieron 12 tortitas de unos 12 cms de diámetro.
Necesitamos
- 4 plátanos maduros
- 1 huevo
- 1/2 taza de leche
- 1/2 taza de azúcar
- 1 taza de harina
- 1 cucharadita de canela en polvo
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
- 1 cucharadita de levadura en polvo
- Aceite de girasol
Preparación
Pelamos y troceamos los plátanos.
En el recipiente de la batidora, colocamos todos los ingredientes (menos el aceite) y batimos hasta que no queden trozos. Obtendremos una masa homogénea y espesa.
Untamos con aceite la base de una sartén pequeña y la colocamos al calor. No es necesario utilizar mucha cantidad, la suficiente como para engrasar la base y que no se nos pegue la masa al cocinarla. Yo utilicé una brocha para extender el aceite.
Hacemos las tortitas vertiendo pequeñas cantidades de masa y cocinándolas 3 minutos por cada cara.
Servimos acompañadas de sirope de chocolate, miel, nata montada o lo que más nos apetezca. Están deliciosas solas y, para mi gusto, son lo suficientemente dulces, sabrosas y tienen tanto «cuerpo» que no necesitan más.
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