¡Menudo més llevamos de Primeras Comuniones!
El pasado sábado me tocó a mí. Era el turno de mi hija Anna (mi preciosa hija…babeo según escribo esto) y lo celebramos con un buffet en la intimidad de casa y con los familiares más cercanos. Somos muchos hermanos y, con maridos, mujeres e hijos, nos plantamos en los 27. Y eso que la familia de mi guiri-marido vive en Inglaterra y sólo vinieron los abuelos que si no…
Yo me pasé la tarde del viernes preparando platos para el buffet del sábado. Desgraciadamente no queda constancia fotográfica de ninguno. Me olvidé la cámara en el trabajo así que las fotos pre-hincado-de-diente, que pudiera haber tomado el viernes, no las pude hacer. Y claro, aunque cámaras había muchas entre los invitados el sábado pues no era plan de tenerlos esperando mientras yo hacía fotos a diestro y siniestro para poder colgarlas en el blog esta semana. ¿Os imagináis? Rabia me dió mucha pero me la tuve que aguantar. Seguro que lo entendéis perfectamente.
En fín, lo que si pude fotografiar fue la tarta que aquí me trae hoy.
Mi hija me pidió que le hiciera una tarta pero no quería nada alusivo a la Comunión así que, como ya casi tenemos el verano encima, me decidí por hacerle esta playita.
La base está hecha de bizcocho de Madeira. Yo hice dos porque éramos muchos y quería que me quedara una tarta con altura. Corté, para alisar, las partes de arriba porque este bizchocho se abomba en el horno.
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