Más que una receta, la entrada de hoy es una sugerencia de presentación y de aprovechamiento.
La idea me la proporcionó Rosalía del blog RossGastronómica, una mujer que derrocha vitalidad y creatividad a quien tuve el gusto de conocer en la quedada de bloggers que tuvo lugar hace poco más de una semana en Madrid.
A Rosalía la acerqué en coche a la estación de tren más cercana al local en que celebramos la quedada.
Durante este breve trayecto, que debió de durar cinco minutos máximo, me regaló dos fabulosas recetas (gracias amiga, no quiero pensar la cantidad de ideas que me podrías haber dado de haberte llevado a la puerta de tu casa en coche, jajaja). Recetas de esas que yo denomino «de las mías» porque son fáciles, rápidas, sabrosas y lucidas. Recetas sin complicaciones que nos hacen quedar como auténticas reinas entre los que tienen la suerte de disfrutarlas. Recetas que hay que contar así que, al igual que Rosalía hizo conmigo, yo hoy comparto una de ellas recetas con vosotros (la otra llegará también algún día).
Para la elaboración de esta receta necesitaremos tener una carcasa de Torta del Casar, así que no se os ocurra tirarla si en algún momento contáis con ella. Además de dar un original toque de presentación, aporta mucho sabor.
Preparamos una crema de espinacas como más nos guste o estemos acostumbrados a hacer en casa (la mía sólo con espinacas y salsa bechamel espesa elaborada con una mezcla de leche ideal y leche semidesnatada). Usamos poca sal ya que la carcasa del Casar es fuerte de sabor y no queremos que quede excesivamente potente.
La carcasa del Casar suelta mucha grasa y esta provoca la formación de burbujitas que se acumulan en la superficie. Podemos retirarla usando papel de cocina absorbente con el que dar ligeros toques (sin apretar o se quedará la crema pegada al papel) o dejar las cosas tal cual.
Recomiendo consumir inmediatamente acompañando el plato de mucho pan. Creedme si os digo que os lo pedirá en cuerpo 🙂
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