Hace poco más de un mes tuve la gran suerte de compartir mesa con un grupo de amigas en uno de los restaurantes de moda de Madrid. Situado en pleno barrio de Salamanca, en la calle Villanueva 21 para ser más exactos, Paralelo Cero es un lugar de encuentro entre la cocina ecuatoriana y la mediterránea.
Michael Ruíz, su chef y propietario, derrocha creatividad y buen hacer en todas y cada una de sus creaciones, que esconden las tradiciones gastronómicas de su país de origen. Su pasión por la cocina, el profundo conocimiento que posee de las materias primas que utiliza, el bagaje que le han aportado años de experiencia en el campo de la gastronomía junto con su marcado carácter emprendedor e imaginativo le han garantizado un puesto de honor en Madrid haciendo de Paralelo Cero un lugar que no puede perderse todo aquel que se precie de ser amante de la buena mesa.
El local que ocupa este restaurante es cómodo y está decorado con un estilo funcional moderno que entra suavemente por los ojos, tomos claros, música suave y espacio para cada mesa sin agobios. El servicio que nos ofreció el personal que se ocupó de nosotras no pudo ser mejor: atento en todo momento, discreto, informativo…en una palabra: impecable.
El largo desfile de platos que paseó por nuestra mesa comenzó con un aperitivo de plátano macho frito con ají y queso Payoyo aderezado con aceite y orégano. Buen comienzo 🙂
Al aperitivo siguieron unas croquetas de gallo de corral, curry, durazno seco y ralladura de coco que descansaban plácidamente sobre un lecho de cebolla frita y que duraron un abrir y cerrar de ojos. De las mejores que he comido jamás y, creedme, os digo que he comido muchas ya que allá donde voy pido croquetas porque es auténtica pasión la que siento por este pequeño bocado.
Una refrescante y jugosa ensalada de pamplinas, quinoa y tomate rallado acompañada de queso criollo y regañás aterrizó frente a nosotras e hizo las delicias de todas las que aquella noche compartimos mesa. Me pareció original y sabrosa la cobertura de salmorejo de uvillas, tomate amarillo y physalis de la ensalada.
La consistencia de los platos fue en aumento así como su sofisticación. A la ensalada siguieron unas vieiras del Pacífico regadas con una reducción de verdejo y destilado ecuatoriano que estaba para chuparse los dedos (lástima que no fuera plan…porque ganas había).
El ceviche de corvina salvaje con pulpo gallego macerado con lima y acompañado de dos tipos diferentes de maíz, choclo y mote, fue el plato que más me gustó de todos. Ecuador en estado puro.
Tan tradicional como el ceviche fue el llapingacho el plato que tomó el protagonismo en la mesa. Plato desconocido por mi anteriormente, típico de la sierra de Ecuador, que está compuesto de una tortilla de patata cocida con longaniza sobre una base de cebolla frita acompañada de una deliciosa y suave salsa de cacahuete y caviar de trufa.
Para terminar, el último plato: un rollito de gallina pintada envuelta en crepineta, con puré de patata ratté y salsa elaborada con la reducción de la cocción de la gallina. Sublime.
Pero la experiencia no terminó ahí. No. Todavía tuvimos sitio para algo dulce y pudimos disfrutar de un plato variado de postres que, si bien son clásicos de las cocinas de muchos países, habían sido elaborados con productos ecuatorianos: tarta de queso con cobertura y helado de physalis, tarta de manzana verde con helado de canela y bizcocho de chocolate caliente con aromas de tomate de árbol sobre yogur de mora.
Todos y cada uno de los platos me resultaron interesantes y de novedosos sabores, bien elaborados y con el equilibrio perfecto entre tradición e innovación, entre la cocina andina y la mediterránea.
En definitiva, Paralelo Cero es un «must» para todos los que queráis disfrutar de una positiva experiencia gastronómica en Madrid.
Altamente recomendable.
No os lo perdáis…¡no os defraudará!
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