En la sencillez está el gusto. Cada día lo tengo más claro. Esta máxima es algo que intento aplicar a mi vida en todas sus facetas porque creo profundamente en ella. Pero cuando la traslado al terreno gastronómico entonces se convierte en una gran verdad, al menos en mi cocina.
Me gustan las elaboraciones complicadas y de ingredientes exóticos, que nadie me mal interprete. Pero, sinceramente, no siempre tengo ganas ni de liarme a prepararlas ni de hincarles el diente. Es en esas ocasiones, que ocurren a menudo, cuando unas sencillas magdalenas de limón hacen las delicias de mis desayunos o meriendas. Y me da que no soy la única que piensa esto ¿me equivoco?
Si eres de los míos, te animo a que sigas leyendo y a que prepares estas sencillas magdalenas. No te defraudarán.
Necesitamos
- 3 huevos
- 1 yogur natural
- 1 vaso de aceite de girasol
- 2 vasos de azúcar
- 3 vasos de harina, tamizada
- 1/2 sobre de levadura (tipo Royal)
- 1 limón, ralladura y zumo
Glaseado
- Azúcar glas
- Zumo de limón
- Cristales de azúcar para decorar
Preparación
Separamos las yemas de las claras.
Mezclamos las yemas con el yogur, el aceite, el azúcar y la ralladura y zumo del limón. Removemos hasta integrar.
Agregamos la harina poco a poco, removiendo hasta integrar antes de añadir una siguiente tanda.
Batimos las claras a punto de nieve y las incorporamos a la mezcla anterior. Removemos con suavidad y cuidado, siempre con movimientos envolventes de abajo a arriba para que las claras no pierdan el aire incorporado y se bajen. Este paso es importante y requiere paciencia, hay que hacerlo con tranquilidad y cariño.
Vertemos la mezcla en cápsulas para magdalenas, que previamente habremos colocado en bandejas de horno para ellas, llenando 3/4 partes de las mismas.
Introducimos las bandejas en el horno pre-calentado a 180 ºC (arriba y abajo, horno tradicional) y cocemos durante 15-18 minutos.
Dejamos enfriar sobre una rejilla metálica.
Mientras tanto preparamos el glaseado mezclando, en un cuenco hondo, el azúcar glas con el zumo de limón hasta que no se aprecie ningún grumo.
Repartimos el glaseado entre todas las magdalenas y las decoramos con los cristales de azúcar antes de que se endurezca.
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