Quienes seguís este blog desde hace tiempo recordaréis el reto Tía Alia, esa ocasión mensual en la que nos enfrentábamos a las temidas recetas de mi tía. Unos habréis leído nuestras aventuras mensuales, otros habréis participado y otros habréis sido anfitriones. Sea cual fuere el papel desarrollado por cada uno, seguro que todos coincidís en lo mucho que nos divertimos con en reto Tía Alia y los sudores que nos provocó en infinidad de ocasiones.
Las recetas dulces se presentaban, casi siempre, como la opción más complicada, sobre todo cuando las elegidas eran recetas desconocidas y resultaba imposible encontrar referencia alguna en internet y otros medios. Este no fue el caso de los churros, receta dulce que eligió Begoña de Las recetas de Marichu…y las mías y que yo no pude realizar en aquel momento por falta de tiempo.
Me decanté por la receta salada, bollitos extremeños, pero me quedé con pena de no animarme a probar suerte con los churros caseros. Siempre les había tenido muchas ganas y pensado que hacer churros era cosa de coser y cantar. Una receta con pocos y básicos ingredientes, una técnica (la de la fritura) más que controlada. Chupao, así lo veía yo hasta que llegó el día de publicación del reto Tía Alia y leí las aventuras de quienes se habían enfrentado a ellos.
Al parecer las dificultades fueron muchas y varios de los participantes regulares se quedaron fuera del reto ese mes. La receta de mi tía Alia les había ganado la partida y yo me quedé con una curiosidad tremenda por saber el porqué, algo que no me ha sido posible hacer hasta hace bien poco y que os cuento a través de mi receta tradicional de churros caseros.
Una vez listos nuestros churros caseros, los podemos espolvorear con azúcar antes de servir. El mejor momento para degustarlos es recién hechos, todavía calientes, y acompañados de una taza de chocolate o de un café con leche. Para desayunar o merendar son una opción excelente, algo de lo que ya se han dado cuenta fuera de España donde se han vuelto tremendamente populares.
Indice
Ingredientes para 18-20 churros
250 g de agua, 250 g de harina de trigo, sal, abundante aceite de oliva para freír y azúcar para espolvorear.
Preparación
Calentamos el agua en una cacerola y le añadimos un pellizco de sal. Cuando arranque a hervir la retiramos del fuego y vertemos toda la harina en la cacerola de golpe. Removemos con una cuchara de madera hasta obtener una masa homogénea, aproximadamente un minuto.
La masa resultante es espesa, algo que resulta complicado y que, cada vez que lo hago, me recuerde al tiempo que trabajé en la pastelería del Hotel Wellington en Madrid donde los churros salen espectaculares y son uno de los bocados más esperados por los clientes en el servicio de desayunos. Pero, claro, ellos cuentan con amasadoras industriales que lo hacen todo mucho más sencillo. Ains…¡quién pudiera!
No obstante hacer churros también es posible sin tener una amasadora profesional en casa, solo tenemos que darle al brazo con fuerza para conseguir una masa sin grumos en la que toda la harina se haya disuelto y listo. Nos vamos a ahorrar el gimnasio así que tiene su lado bueno ¿no?
Dicho esto, cuando la masa esté lista y todavía caliente, la introducimos en una churrera y presionamos bien para que no queden burbujas de aire en su interior. El aire es el peor enemigo de la masa del churro, pues provocará que estalle durante la fritura. Por ello es importante asegurarse de compactar bien si no queremos quemarnos o terminar con pegotes de masa y aceite esparcidos por toda la cocina.
Si no tenemos churrera, podemos usar una manga pastelera y una boquilla de estrella. De hecho, esto puede resultar más sencillo a la hora de rellenar y no dejar burbujas de aire en la masa pues la apertura es más ancha y esto es de gran ayuda.
Extendemos un paño limpio sobre la encimera y damos forma a los churros. Presionamos la churrera o la manga pastelera para que salga la masa y cortamos con un cuchillo afilado y engrasado (para que no se nos pegue la masa). Hacemos tiras largas y luego las doblamos, presionando los extremos, para dar la forma de lazo tan característica de los churros.
Al ser espesa la masa no se pega al trapo (también podemos usar papel sulfurizado o de horno) y podemos manipular los churros sin miedo transfiriéndolos a una sartén con abundante aceite para freír a temperatura medio-alta. Los freímos en tandas de poco en poco para evitar que se peguen y que el aceite se enfríe, volteando para que se doren igualmente por los dos lados antes de retirar a una fuente con papel absorbente.
- 250 g de agua
- 250 g de harina de trigo
- Sal
- Abundante aceite de oliva para freír
- Azúcar para espolvorear
- Calentamos el agua en una cacerola y le añadimos un pellizco de sal. Cuando arranque a hervir la retiramos del fuego y vertemos toda la harina en la cacerola de golpe. Removemos con una cuchara de madera hasta obtener una masa homogénea, aproximadamente un minuto.
- La masa resultante es espesa, algo que resulta complicado y que, cada vez que lo hago, me recuerda al tiempo que trabajé en la pastelería del Hotel Wellington en Madrid donde los churros salen espectaculares y son uno de los bocados más esperados por los clientes en el servicio de desayunos. Pero, claro, ellos cuentan con amasadoras industriales, como las de fabricantes como InBlan, por ejemplo, que lo hacen todo mucho más sencillo. Ains...¡quién pudiera!
- No obstante hacer churros caseros también es posible sin tener una amasadora profesional en la cocina, solo tenemos que darle al brazo con fuerza para conseguir una masa sin grumos en la que toda la harina se haya disuelto y listo. Nos vamos a ahorrar el gimnasio así que tiene su lado bueno ¿no?
- Dicho esto, cuando la masa esté lista y todavía caliente, la introducimos en una churrera y presionamos bien para que no queden burbujas de aire en su interior. El aire es el peor enemigo de la masa del churro, pues provocará que estalle durante la fritura. Por ello es importante asegurarse de compactar bien si no queremos quemarnos o terminar con pegotes de masa y aceite esparcidos por toda la cocina.
- Si no tenemos churrera, podemos usar una manga pastelera y una boquilla de estrella. De hecho, esto puede resultar más sencillo a la hora de rellenar y no dejar burbujas de aire en la masa pues la apertura es más ancha y esto es de gran ayuda.
- Extendemos un paño limpio sobre la encimera y damos forma a los churros. Presionamos la churrera o la manga pastelera para que salga la masa y cortamos con un cuchillo afilado y engrasado (para que no se nos pegue la masa). Hacemos tiras largas y luego las doblamos, presionando los extremos, para dar la forma de lazo tan característica de los churros.
- Al ser espesa la masa no se pega al trapo (también podemos usar papel sulfurizado o de horno) y podemos manipular los churros sin miedo, transfiriéndolos a una sartén con abundante aceite para freír a temperatura medio-alta. Los freímos en tandas de poco en poco para evitar que se peguen y que el aceite se enfríe, volteando para que se doren igualmente por los dos lados antes de retirar a una fuente con papel absorbente.
sandra/ josemaria dice
Han quedado fantasticos para mi con una horchatita bien fresquita ,un abrazo
Carmen Tía Alia dice
Hola! Cuánto tiempo sin veros por aquí 🙂 Me alegra que os haya gustado el resultado de los churros. Os animo a que probéis a hacerlos en cuanto tengáis ganas. Con una horchata, claro jajaja